17 diciembre 2020

¿Cómo despedirme de tí (Parte 1), 2020?

Días de frío y de pensar mucho en el por qué otra vez mi ánimo está como en una montaña rusa. Extraño tanto la tranquilidad y sentirme bien, con ánimos de hacer las cosas… Y es raro porque no son temporadas largas así conmigo, para eso mi cerebro tendría que estar al 100% y él no funciona así solito, necesita ayuda: si no chochos un empujón muy fuerte con la voluntad que no tengo y es un círculo o más bien un ocho parecido al infinito. Todo me distrae y lo más complicado y angustiante del asunto es que tengo idea de cómo salir de este bache (que por el momento no es tan profundo como los pozos en los que ya he caído, pero pinta un poco oscuro). El asunto es que tener idea de cómo hacer las cosas no significa que las vaya uno a hacer, está casi todo ahí puesto pero hay algo enorme y pesado que nos aplasta, que nos impide movernos. Es complicado vivir acechando a mis ganas de hacer las cosas, ellas se esconden en lo más profundo o lo más recóndito de éste mi mundo, y cuando asoman una parte de su cuerpecito tengo que aprovechar y hacer todo lo que pueda antes de que vuelvan a guardarse, que generalmente es por un largo rato. Hay tantas cosas que siento que no me ayudan… Pero a lo mejor todas ellas están ahí por algo, para invitarme a moverme más, a ser más tolerante o zen, a que aprenda a controlar mis emociones más negativas o no sé y tal vez no lo sepa ni después de difunta. El caso hoy fue que me puse triste, que tengo frío, me siento sola y también algo frustrada. Y sé que con este estado de ánimo ni las moscas se me acercarían. Por eso lo dejo acá y espero que se pierda en la internet en lugar de estarme visitando tan seguido. ¿Y pues despedirme del año 2020? no sé si merezca que le digamos adiós, he aprendido que ignorar es más pinche que decir adiós.