13 noviembre 2017

En realidad no quiero nada, de veras que no me hace falta nada material. Hoy vuelvo a darme cuenta de cómo pueden afectarme las reacciones ajenas llevándome de la alegría a la tristeza. Desde hace mucho tiempo sé lo importante que es para mi que los demás aprueben mi comportamiento o mis reacciones: "ser correcta o portarme bien"... Pendejadas que uno aprende desde que es pequeño y que es tan complicado desaprender. Y es que desaprender emociones ¿cómo se hace?
Con la terapia cognitivo conductual ahí la llevo pero falta ejercitar un poco eso de que no me afecte, que me caiga el veinte en el momento que el enfado o la desaprobación está en la otra persona y sus sentimientos no ocurren por mi "culpa". Las desventajas de ser tan sensible o tan débil emocional o tan imbécil emocional (por tratar de adivinar el antónimo de inteligente emocional) son muchas o quizás una sola: sentirte mierda por algo que otra persona dice de ti u opina de tus acciones. Entonces, bueno (o más bien malo), viene el nudo en la garganta que me deja medio muda, que ocurre también por sentirme entre frustrada, impotente, enojada, triste, desganada y basura. Pero al final termina por pasar, como todo, y vuelve la tranquilidad a mi, recupero mi alegría interna, mi paz y mi autoestima.

25 octubre 2017

Nos estamos viendo

Ya puedo sentirme tranquila o menos "conflictuada" que antes, y además me siento feliz: al menos hoy (pero creo que ya van varios días), y cuando no me siento feliz, dentro de mi y cada vez más grande aparecen la calma o la tranquilidad. Se que no estoy en el Paraíso y que hay mucho por hacer, y tengo esas ganas de que sucedan cosas. Creo que me siento feliz y motivada porque las cosas van a cambiar. No puedo asegurar que cambiarán drásticamente para bien pero con saber que habrá cosas distintas me basta. A veces siento tristeza, melancolía o nostalgia (sí, así de confuso el sentimiento) de mi vida en familia como era o como la concebía. Siento que desde que existen los teléfonos/dispositivos "inteligentes" nadie pela a nadie, nadie se interesa en realidad por lo que le ocurre al otro, o no lo expresa directamente, si acaso en un mensaje, o no se... Podría ser solo mi percepción y que la aislada sea yo (ups!), pero es lo que observo y lo que siento, algo así como soledad acompañada cuando la familia se reúne. Yo soy más de convivir, de jugar, reírme, escuchar música (sí, aunque no lo parezca). Me gusta disfrutar y reír. Se que la vida es seria y que hay cosas horribles y preocupantes, y que discutir y comparar nuestra opinión con las de los demás es sano e importante, pero hay niveles de hacerlo y me he dado cuenta que en la familia se usa el atacar, burlarse o negar la opinión del otro, sobre todo si es muy diferente a la de uno. Yo no me considero así, aunque puede que lo sea. Creo que tantos años de terapia, tanta curiosidad por entenderme y analizarme, por tratar de conocer por qué soy así, por qué me han pasado cosas como las que me han pasado me han dado seguridad, cierta libertad y paz. Y como a Duvalín: eso no lo cambio por nada... (Disculpas por el mal chiste. Jaja).