15 abril 2007

si creo

Tal vez suene extraño lo que voy a “decir” aquí, ni modo.
Yo creo que Dios ha querido que siga acá en este mundo, digo, quién sabe por qué, o igual todos los que andamos en el planeta somos muy muy resistentes, tenemos algo así como muchas vidas, así como dicen de los gatos. Digo, no por eso vamos a estar jugando peligroso todo el tiempo, pero de que aguantamos, aguantamos.
Si fuera solamente por las leyes normales de la vida, tal vez ya me habría pirado hace un buen rato (bueno: me hubiera muerto, “pirada” ya estoy un poco). Explico por qué digo todo esto: una vez, cuando era pequeña, dándole vueltas a una lanchita alrededor de una alberca me caí y no había nadie alrededor como para sacarme y yo ni idea de cómo nadar, después de un rato se aventó mi tío y me rescató. Recuerdo que estúpida o ingenuamente (o ambas) “gritaba” allá bajo el agua y al parecer trataba de quitarme el agua de la cara porque quedé rasguñada y toda la onda. Después, ya estando en la primaria me enfermé de tifoidea y como si estuviéramos en el siglo antepasado, me llevaron al homeópata y a puro chochito o por obra natural de mi organismo me curé 6 meses después. Me acuerdo que no me sentía muy bien, que me veía bastante mal, estaba flaca, pálida y ojerosa (más de lo normal en mi), y que durante esos meses estuve a dieta blanda: nada de grasas, en fin. Y era una preocupación cuando me iba a hacer los análisis de sangre para ver si seguían los bichos felices adentro de mi, porque por mucho tiempo siguieron apareciendo (digo: ¿6 meses!!??). No me explico muy bien cómo es que funcionaba mi cerebro, andaba como zombi. Por supuesto que perdí el año escolar.
Otra vez que me pasó algo un poco rudo fue cuando me caí de un banco mientras jugaba en el jardín de mis abuelos con mis hermanas. El asunto no fue sólo que me cayera del banco, ese banco me llevaba a las alturas para alcanzar lo alto de la resbaladilla, en donde estaba mi hermana haciendo el papel de Julieta. Yo era Romeo y estaba supuestamente en el balcón, cuando se me balanceó el banco, se cayó y me imagino que me agarré de la resbaladilla para no caerme, pero mi peso hizo que se viniera encima de mi mandando a mi hermana volando al cemento, la pobre sufrió una fractura en la muñeca... Yo caí entre el pasto y la tierra, y la resbaladilla (que en realidad no pesaba demasiado) rebotó un poco en mi boca. Tal vez por eso tengo los dientes más chuecos de la cuenta y mi cara está un poco deforme. ¡Chale!, le estoy echando la culpa a una resbaladilla, cuando mis genes son los que tienen que ver en el asunto.
Y casi para terminar con la historia de mis accidentes, durante el regreso a la ciudad con mis hermanas y mis padres, hace unos 20 años ya, jugábamos a las cartas en la carretera y de pronto nos estampamos creo que con una pipa. Yo recuerdo entre sueños que la ví muy cerca, si no es que frente a nosotros, y grité, o gritamos. Después el trancazo y tierra por todos los lados posibles, en serio: el pelo, las orejas, las uñas, la boca… La cosa es que nos salvamos. Dios nos salvó, el vocho, la física, el llano, qué se yo, la cosa es que nos pasó bastante poco, pero el accidente estuvo bien grueso.
Después de esas experiencias ninguna ha sido parecida, aunque debo confesar que la depresión a veces me visita y no es nada fácil lidiar con ella. Gracias a los seres queridos, a mi psicoterapeuta y por supuesto a mi voluntad, ando por la vida.
Hoy solamente puedo (y es mi obligación) darle las gracias a todos los que han estado conmigo cuando más los he necesitado, eso incluye por supuesto a Dios.

adiós

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