Los sonidos de la casa aparecen otra vez: los vecinos arrastran, azotan la puerta, la reja, tocan el claxon o el timbre. No es para siempre, yo sigo como si nada.
No espero que llames sino que descanses de mi y de nosotros. Tal vez, después, que pienses y me digas si estás de acuerdo conmigo en que así estamos mejor.
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